lunes, 17 de agosto de 2009

De aquellos que habitan Usûlun IX


Nimruzîr, Aglarinâth, y mis padres Aradî y Ar-Abaleth, ellos fueron mi simiente, el origen de mi historia, lo que narro a continuación no fue el destino, sino la consecuencia de una cadena de actos y decisiones.

Nací en una granja al suroeste de la Ciudad de Minas Tirith, desde una edad muy temprana mis dos hermanos, Nimruzîr , Aglarinâth y yo ayudábamos en los trabajos diarios de la granja, vivíamos con lo básico, la granja a duras penas producía para poder comerciar algo, y si el invierno había sido especialmente duro, como ocurría desde hacía 3 años, el día a día era muy duro, y como todas las penurias, no vienen solas, mi padre , Aradî se partió una pierna a finales del otoño, al intentar arreglar la carreta, ya vieja de los años. De modo que mi madre, Ar-Abaleth, se dedicaba al cuidado de las pocas pertenencias que poseíamos, al cuidado de la casa y de mi padre, que aun con la pierna rota intentaba a diario cuidar los animales y hacer lo posible para aliviarnos un poco la carga.
El invierno pasado, dos terneros se escaparon de la granja, la cerca se había astillado por el hielo y mi hermano pequeño, Aglarinâth, corrió tras ellos, con la mala fortuna que cayó en un riachuelo cercano, desde entonces tiene una grave pulmonía, que aunque no le impide hacer algunos trabajos, no puede hacer la mayoría, a veces creo que solo los hace por pura voluntad, pues lo he visto morderse los labios para no toser al hacer algún esfuerzo físico, yo hago como que no lo veo, pero me doy cuenta, sé que mi hermano Nimruzîr también, pero ambos hemos decidido no decírselo a nuestros padres, demasiada carga llevan ya…esta la llevaremos nosotros.
La fortuna por fin nos ha sonreído la última primavera, y la única vaca que no hemos vendido por necesidad, ha dado tres terneros. Para el próximo día de mercado lo llevare a la ciudad para venderlos, aunque sacaríamos mas si los criásemos, no podemos permitirnos ese lujo, y necesitamos el dinero. Al ser el mayor, mi padre me enseño algunos trucos para el regateo, siempre importante en el mercado, en mi recae la responsabilidad de conseguir el mejor precio.
Fue en el último viaje al mercado que se formaba a las afueras de la ciudad blanca, en la ciudad de madera, donde escuche los rumores de un tipo, un fanático religioso del templo de una diosa que desconozco, que se dedicaba a ayudar a los desprotegidos y pobres de la ciudad de madera,…. Sin duda el dormiría en su magnífico templo, tranquilo, descansando plácidamente mientras por el día su espíritu encontraba la supuesta paz ayudando a los demás, y como todos los demás clérigos, engordaba las arcas de su templo a costa de la esperanza y el buen corazón de las gentes, que soñando con un poco de esperanza se lanzaban a los brazos de cualquier predicador, ¡malditos clérigos!, así se pudran todos en sus templos ¡!! De que vale prometer recompensas espirituales, si es el cuerpo el que sufre, y es el estomago el que ruge de hambre,…como mi familia. Intente desechar esos pensamientos mientras conducía los tres terneros y algo de verduras que habíamos conseguido con otros trueques de las granjas cercanas, mas pobres que nosotros, si ese clérigo convertía mis terneros en vacas, sin duda que lo seguiría, con ese pensamiento alegre y soltando una carcajada que hizo que varios que pasaban por su lado se giraran, siguió encaminándose hacia la explanada donde se solía poner el mercado, aun era muy temprano, pues así podría coger el mejor sitio y ser de los primeros q ofrecieran sus mercancías a los ricos de la ciudad.
Busco un buen sitio, y cepillando lo mejor posible los terneros, así como abrillantando las pezuñas de los terneros, para que tuvieran un mejor aspecto, se quedo contemplando la hermosa ciudad. Ya la había visto varias veces, aunque nunca había entrado, y siempre se sorprendía mirándola, como sobresalía del inmenso farallón de roca, la fortaleza de Minas Tirith, blanca como las nieves de las montañas, con sus magnificas torres y sus murallas interiores… Muchas leyendas escucho de esa magnífica ciudad, ahora regentada por un senescal, pero la gloria de la ciudad decayó hace tiempo, la pobreza se iba cobrando poco a poco víctimas, y lo que antaño era impensable, ahora era una terrible realidad, una ciudad de madera se formaba poco a poco a las afueras de la ciudad blanca, una ciudad que reflejaba todo lo contrario que la ciudad blanca, sin duda, la luz y la noche. Y él vivía en la noche, maldiciendo en voz baja, volvió a concentrarse en sus terneros.
Para su sorpresa, apenas pasadas unas horas del amanecer, aun el mercado estaba casi vacío, lo cual le beneficiaba, pues habría menos competencia y podría vender mejor sus terneros, escucho algo de un riachuelo que se había desbordado, retrasando incluso impidiendo que las granjas de más al norte de la ciudad pudiesen llegar a tiempo paras las mejores horas del mercado. Hoy se auspiciaba un buen día, aunque hacia frio, el sol había salido y con ese poco calor y la esperanza de volver a casa con una buena venta, le animaron. Y así fue, los criados, cocineros y encargados de cocinas de las familias ricas y establecimientos de la ciudad salieron al mercado a buscar las mejores gangas, cosa que no llego a suceder, pues existían pocas mercancías, y las que había se vendían a un precio superior al habitual. Gracias a su habilidad en el regateo y un tic que su padre le había enseñado, que conseguía dar lastima a sus compradores, consiguió vender relativamente pronto toda la mercancía que llevaba y a muy buen precio. Sonriendo, y recordando las últimas palabras de su madre: “Hijo ten cuidado, regresa en cuanto hayas acabado y recuerda, se siempre honrado”, decidió emprender el camino de vuelta.
Sin embargo , al pasar por una taberna pensó en tomar un trago que sin duda se merecía y ayudaría en el camino de vuelta, así que decidió entrar, pidió un vaso de vino aguado y salió fuera, decidió irse detrás de la taberna, se sentó en una barril medio roto, y desenvolviendo un trozo de queso que le había sobrado del desayuno y se decidió a dar buena cuenta de ello, en ese momento era el más feliz, un trozo de queso, un vaso de vino y una buena venta, si , sin duda hoy era su día de buena suerte.
Estaba tan absorto en su almuerzo que no se percato de las figura de tres hombres que se habían acercado por el callejón de la taberna. Se sobresalto al escuchar maullar un gato y salir corriendo, dejando caer el poco vino que le quedaba, soltando una maldición se levanto y se dispuso a coger el vaso cuando vio las tres figuras, el día ya no auguraba nada bueno, y volvió a maldecir.
Los tres matones, que sin duda eran, pues sus ropas grasientas y rajadas, sus barbas y pelos sucios y su olor bien podrían haberse confundido con cualquier otro habitante de la ciudad de madera, a no ser por los tres largos cuchillos que portaban. Volvió a maldecir. El hombretón del centro, parecía que era el jefe, ya que fue el primero en hablar, una pequeña cicatriz le cruzaba la frente y se adentraba en el cuero cabelludo, sin duda de alguna pelea callejera, estaba bastante gordo, como sus dos compinche, pensé que si fuesen cerdos podrían haberse vendido esta mañana por una buena cantidad, sonreí al imaginarme la imagen.
- Vaya, veo que el muchacho tiene agallas, y delante de tres hombres hechos y derechos se ríe, vaya …vaya… no te reirás tanto luego, y a continuación soltó una carcajada, que provoco las risas de los otros dos. Entre los tres no completaban una dentadura, volví a sonreír a imaginarme los tres cerdos enormes sin dientes, he…
Dame todo lo que lleves y podrás volver a tu casa con tus cerdos, y borra esa sonrisa de tu cara, o te la borraremos nosotros. Su amenaza surtió efecto y de inmediato deje de sonreír, no debía tentar más mi suerte. Maldije de nuevo, ¿porque tuve que parar a tomarme ese trago?? ¿Por hacer lo que se suponía que debía hacer? ¿Por cumplir con mi obligación con mi familia? Maldita suerte la mía.
De todas formas la solución para aquella situación era muy complicada, llevaba escondido un pequeño cuchillo que me regalo mi padre hace 2 cumpleaños, el cual mantenía siempre afilado y en buen estado, y por otro lado no podía darles el dinero, como volvería a casa sin nada?? Sería la ruina par mi familia, y tampoco podía enfrentarme a los tres matones, no tendría ninguna oportunidad, si aunque dos de ellos fuesen de verdad cerdos. La única solución era huir, los tres estaban confiados al tener enfrente a un muchacho, al que duplicaban no ya en fuerza, si no al que superaban en número y en experiencia, pero eso podía jugar a mi favor y también el hecho de que yo era más rápido, tenía que hacer un plan en segundos de forma que me diese el tiempo suficiente como para sobrepasar al matón que me cerraba el paso a la calle principal, pero ¿cómo?
Nunca fui demasiado inteligente, ningún muchacho que recibía una educación fuera de la gran ciudad, sabía leer o escribir, pero el campo, las montañas y el trabajo duro nos hacían fuertes. Y yo tenía cierta habilidad para juzgar a las personas y ver sus puntos débiles, y era bueno analizando situaciones, así que trace un plan. Era una locura de plan, pero por lo menos tendría una oportunidad.
Comencé a temblar y a realizar el tic que mi padre tan astutamente me enseño, esto hizo que los tres matones me mirasen por un momento atónito y comenzasen a reírse a carcajadas. Descuidándose aun más.
- Si muchachos, hoy es nuestro día de suerte, encima el chico es anormal, será dinero fácil, espero que no te mees en los pantalones, chico, jajaja…reían los tres.
Con un movimiento rápido que los pillos desprevenidos, gire sobre mí hacia la entrada del callejón, mientras sacaba el cuchillo de la camisa y lanzaba un tajo hacia el que me impedía la huida, no apunte a ningún lado, solo a al cuerpo. Sentí una resistencia en el cuchillo, que cedía y luego se desviaba, mientras corría hacia la salida. Sin duda fue un buen tajo, pues el cuchillo se hundió y toco hueso, no me pare a mirar, pero escuche un gran grito que acallo las risas de los otros 2, y un sonido metálico al caer el largo cuchillo que portaba.
Aprovechando el momento de incertidumbre, avance lo más rápido que pude, viendo como poco a poco mi libertad se acercaba, aquí es cuando maldije de nuevo. No evalúe bien la situación, aunque el plan en cierto modo salió bien, no juzgue bien a mis terribles adversarios y los subestime, apenas avance 5 metros cuando sentí un dolor lacerante en mi pierna derecha y otro en mi costado derecho, como cuando me caí del árbol en el verano pasado, y se me clavaron varias ramas en el estomago. Al momento, perdí fuerzas y caí al suelo de bruces, mi chuchillo salió despedido y acabo debajo de unas cajas, lejos de mi alcance y de toda esperanza de una posible defensa. Llevándome la mano al costado y mirando, puede ver como un mango sobresalía del costado y otro de la pierna derecha, así como la abundante sangre que estaba manchando mi camisa…de nuevo una maldición apretando los dientes, al mirar hacia los tres matones, uno de ellos portaba en la mano otras dos dagas cogidas por la punta, sin duda, dispuesto a lanzármelas si me atrevía a levantarme, mientras el feje gordo se acercaba maldiciendo y blandiendo tu cuchillo y con cara de pocos amigos:
- Muchacho, de esta no te libra nadie, te vamos a rajar de arriba abajo, y te dejaremos aquí para que te coman las ratas, ni tu madre podrá reconocerte.
Esa imagen, la de mi madre llorando sobre mi cadáver irreconocible, me entristeció enormemente, y por un momento olvide el dolor.

Al momento los tres estaban alrededor mía, al que corte se le caía la saliva, seguramente por el hecho de aguantar el dolor, aunque creo que más por aguantar las ganas de arrancarme la cabeza en ese momento, cosa que podría hacer incluso con una mano.
Y empezaron a golpearme, el tiempo se ralentizo de tal forma, que cada vez que me golpeaban era como si me cacease un asno en el estomago, una y otra vez, al intentar hacerme un ovillo para aguantar mejor los golpes, la daga del costado se me hundió mas, de modo que abrió mas mi herida, haciendo una más insoportable, el tiempo seguía parado, y los tres matones no se cansaban, como podían seguir golpeándome tanto tiempo, aunque en verdad pasaron solo segundos.
Lo que ocurrió a continuación aun permanece en mi memoria, y esos acontecimientos que no comprendí, con el tiempo los entendí.
Demasiado absortos estaban los tres matones golpeándome que no notaron la sombra que ocultaba la luz de la calle principal, no supe saber que era, pero era grande. Al momento oí un gorgoteo, extrañado y haciendo acopio de fuerzas vi una imagen que se me quedo en la retina, los últimos segundos que me mantuve consciente. Al que corte en el brazo le sobresalía una gran hoja de acero por el pecho, mientras miraba extrañado la hoja y a continuación miraba a sus 2 compañeros que habían detenido su paliza mortal y comenzaban a girarse, a uno de ellos no le dio tiempo, una masa de acero ,se inclino al tiempo que la hoja desaparecía del pecho del que corte, y levantaba y desplazaba con una fuerza enorme el grueso cuerpo del jefe, lanzándolo a varios metros, el cuerpo golpeo contra la pared de la taberna en un sordo crujir de huesos cayendo al suelo inmóvil. Cuando el que aun permanecía en pie logro encararse con su adversario, el cuchillo le tembló, y balbuceo algo ininteligible golpeado débilmente con su cuchillo seguí el movimiento y vi como un muro de enormes escudos detenía el movimiento fútil del matón, incluso creí percibir como los escudos laterales se cerraban aun mas, así imposible que nada ni nadie penetrase esa terrible defensa, continúe mi vista hacia arriba y dos cosas llamaron mi atención , un enorme yelmo que sobresalía sobre el muro de escudos y el movimiento lateral que la gran espada estaba haciendo, pocos segundos le quedaban de vida a mi tercer y último contrincante, en ese momento fui consciente de todo el dolor que recorría mi cuerpo, al que se le habían sumando, sin duda, varias costillas rotas. Notaba la calidez de la sangre por toda mi pierna y mi costado, y mi respiración entrecortada aumentaba el dolor provocado, sonriendo amargamente por saber el destino de los causantes de mi destino, respire hondo y me dispuse a soltar mi último aliento al tiempo que oí a una persona:
- Merien, rápido, busca un sanador.
Al abrir de nuevo los ojos, me quede un poco decepcionado, el cielo no era como yo esperaba. Ciertamente mi vida había sido honrada, exceptuando aquel malentendido con las hijas del lechero, y esperaba que todos los duros años en la granja me hubiesen agraciado con un pequeño lugar en el paraíso. Pues no era así, mi particular cielo consistía en un colchón de paja, una manta de lana y un techado de madera lleno de agujeros, por el que oía corretear ciertos roedores.
Al intentar incorporarme, la parte derecha de mi cuerpo ni se movió, a cambio sentí como si me cocease la vieja mula de mi padre, Grenjia, en toda mi cabeza, un gran dolor recorrió mi costado hasta mi cabeza. Me mordí la lengua del dolor y cerré los ojos, ¿Dónde estoy?, ¿en qué clase de cielo estoy, que aun tengo las heridas?, o…sin embargo, ¿aun estoy vivo?, intente recordar lo que había ocurrido y enlazar estos recuerdos y pensamientos, poco duro mi esfuerzo, mi intento de levantarme me dejo factura y al poco tiempo caí de nuevo inconsciente.
Abrí de nuevo ojos, poco a poco, ni me moví, intente ser consciente de las heridas, y note un quemazón en el costado, ahí estaban de nuevo, maldita sea, no sé el tiempo que he permanecido en la cama, gire mi cabeza hacia la izquierda y una mano cálida se poso en mi hombro.
-Chico, no seas tozudo, y estate quieto. Han pasado pocos días, y aun tienes las heridas abiertas, el moverte solo las abrirá de nuevo. Dijo aquella joven
-¿Donde estoy? ¿Quien eres? ¿Y mis padres??...que? balbucee, tenía la boca seca y los labios se me pegaban.
-Tranquilo, estas a salvo y tu familia también, estas en casa de mi señor, veras a tu familia cuando te recuperes un poco más. Dijo acercando un tazón con agua fresca, que bebí derramando la mayor parte. Todo ira bien ahora descansa y recupérate. Y a continuación pronuncio unas palabras, solo me pareció escuchar : “…Varda vele tus sueños…” y caí de nuevo dormido.
La tercera vez que me desperté fue por culpa de la claridad que entraba por el postigo de la ventana, desconozco el tiempo que permanecí en aquella cama. Solo recuerdo breves momentos de lucidez, recuerdo a mis hermanos y a mis padres. También recuerdo que volvía una y otra vez al callejón de la taberna , donde huía de nuevo de los tres asesinos, pero no sé por qué motivo, por mucho que corría , siempre me alcanzaban. Más tarde comprendí que las heridas se me habían infectado, y tuve mucha fiebre que me causo delirios, durante días mi vida corrió peligro, aunque tanto mi familia como mis defensores de aquel trágico accidente habían velado por mí. Todo el tiempo que estuve enfermo, ni a mí ni a mi familia nos falto de nada, las doncellas se pasaban a menudo y el caballero también, aunque debía atender asuntos casi a diario por toda la ciudad de madera, incluso en la bella ciudad blanca. Sin lugar a dudas, era un ricachón aburrido ávido de aventuras, ansioso por salvar a damiselas en peligro, y a incautos muchachos. Bueno, fuese quien fuese, le debo la vida.
Cuando desapareció la fiebre, por fin, pude ser consciente de la compañía de mi familia, que me contaron todo lo ocurrido desde el altercado del callejón. Tanto ellos con otra familia habían sido recogidos en la casa del caballero Sunthas, pues así se llamaba ese hombre, y sus doncellas, Merien y Nylia, habían cuidado que no nos faltase de nada, y habían corrido con todos los gastos.
Me dijeron que había gran revuelo en la ciudad de madera, ya que lo ocurrido en aquel callejón, aunque no era a diario, si eran acciones bastante comunes del caballero Sunthas, el cual se decía estaba un poco loco, pues casi siempre que ocurría algo era por algún motivo religioso, algún insulto a su señora o algo parecido. Muchos lo evitaban, pero sin embargo, otros muchos lo seguían y lo veían como un salvador, algo respecto a la formación de una caravana que se dirigiría hacia el interior de Gondor, una caravana formada por cualquiera de la ciudad que quisiera empezar de nuevo, dejando las miserias y penurias atrás, desde cero, no importaba lo que hubieras hecho, era según mis padres, una oportunidad para cualquiera que quisiera empezar de nuevo, de hecho también se rumoreaba que ciertos miembros arrepentidos de una banda de ladrones también irían, cosa que no agrado a mucha gente, pues temían por las intenciones de esos “arrepentidos” y por las pocas pertenencias que aún le quedaban, otros se echaron para atrás, pero otros preguntaron a Sunthas el motivo, su respuesta convenció a muchos, a otros no.
-Todo el mundo merece una segunda oportunidad, el objetivo de esta caravana es ese. No soy juez ni verdugo, no soy yo quien debe decidir si alguien se la merece o no, cada uno se forja su destino.
Mi familia, como muchos otros, vendió las pocas cosas que pudieron, y decidieron que si querían otra oportunidad, además , se sentían agradecidos por todas las atenciones recibidas. De modo que así seria nuestro nuevo comienzo, mi altercado con tres matones daría el comienzo de nuestra nueva vida, si como decía el Sr Sunthas, cada uno se forja su destino, sin duda el mío no estaría exento de peligros.
Una noche, quizás por una mala postura, no pude conciliar el sueño más de un par de horas, así que decidí abrigarme un poco con la manta y bajar al pequeño salón, con suerte habría alguna sobra de la cena en la cocina, y quizás con el estomago lleno podría volver a la cama. Mi sorpresa fue, que ya alguien había pensado como yo y se me había adelantado, y daba buena cuenta de un trozo de pollo.
- Vaya…espero que me dejes algo. Dije. Mi adversario culinario ni se inmuto, maldita sea, o es sordo o se lo hace, y no desea compartir la presa, así que decidí insistir.
- Ejem…! Sabes hablar a parte de engullir, o toda tu atención se la lleva ese pobre pollo indefenso, maldita sea, déjame algo… - Mi estomago, al cual le tengo agradecido su ayuda, rugió, confirmando así mis palabras. Fue ese sonido el que altero a mi enemigo de cocina, que se giro.
Aquel muchacho o muchacha, pues en ese momento no supe exactamente que era, no era como yo, me refiero a que sus facciones no eran como las mías. Su tez era demasiada morena como para ser a causa del trabajo en el campo, pues la camisola que llevaba, algo raída en los extremos y anudada a la cintura, dejaba ver parte de su espalda, y no era pálida, sino todo lo contrario, y un extraño dibujo recorría parte de su espalda, cuando la curiosidad me impulso a ver con más detalle aquel extraño dibujo, él o ella, con un lento movimiento de la mano, se tapo con parte de la camisa el dibujo.
Permanecí durante un momento midiendo a mi adversario, en otras condiciones hubiese actuado de otra forma, pero las heridas aun me dolían, así que era imposible que un movimiento rápido mío pudiese arrebatarle la presa a mi enemigo culinario, y no sé porque, su complexión me decía que debía ser un adversario temible en ese aspecto, si bien no presentaba una musculatura prominente, si estaba bien formado, y creo, que aunque me encontrase en plena forma, no tendría ninguna posibilidad. Así que la resignación pudo conmigo y con mi rugiente estomago, y cediendo el terreno y vencido me dispuse a abandonar la cocina y subir a lamer las heridas, pero algo me detuvo, un ruido, como un chisteo, me gire y vi como mi adversario me tendía la mitad el pollo, moviéndolo y ofreciéndomelo. Extrañado lo acepte, hice un gesto con la cabeza de agradecimiento y m senté en el suelo a unos pies de el, y así en una noche fría, en la cocina de caballero Sunthas, y compartiendo un pollo fue como conocí a Irkja, que en un futuro seriamos compañeros y grandes amigos, proveniente de una de las granjas de más al sur de Gondor, y descendiente de sangre haradrim.

El destino nos hizo compañeros, yo a partir de ese día, le defendería de los insultos de otras personas, porque por su sangre seria en cierto modo repudiado, me refiero en la ciudad de madera, en la caravana y ya una vez en Usulun, la cosa cambio. Con el tiempo comprendí, que mi defensa estaba bastante infundada, pues el bien podía defenderse, y no solo de un adversario, algo respecto a sus enseñanzas o filosofía extraña hacían que evitase toda acción hostil, mas tarde con el pasar de los años, aprecie sus enseñanzas .Yo le mostré la cultura gondoriana, así como el idioma, y el parte de las enseñanzas de su abuelo, de sangre haradrim, y algo de su estilo de lucha, muy peculiar, pero terriblemente efectiva.

A los pocos días, después de varios encuentros con mi enigmático compañero nocturno, pues coincidí con las varias veces en la cocina, incluso se convirtió en un pequeño ritual, a veces, yo cenaba poco, para poder bajar más tarde. Empezamos a trabar cierta amistad, si bien, no nos entendíamos, poco a poco aprendíamos palabras uno del otro, el había aprendido algo de oestron, así que él me entendía mejor q yo a él, pero poco a poco, la comunicación fue avanzando. Lo que aprendimos el uno del otro con el paso del tiempo es otra historia, no menos interesante y si más larga y compleja, que os contare en un futuro.

En uno de mis viajes nocturnos, escuche voces al pasar por el salo, así que, siguiendo ciertas enseñanzas sutiles de Irkja, y no muy caballerosas, me deslice silenciosamente y me dispuse a observar a esas personas, para mi sorpresa eran 3 personas ya conocidas por mí. Sentadas una enfrente de la otra se encontraba Nylia y Merien, doncellas porta escudos del caballero Sunthas, este se encontraba apoyado en la chimenea, de cara a ella, su gran corpulencia apenas dejaba que saliese alguna luz del hogar.

-……ella está equivocada, la Orden se fundó para proteger a estas gentes, a los desvalidos e indefensos, no a los ricos de Minas Tirith, detrás de sus murallas y soldados. La Suma Sacerdotisa ha perdido la razón…- Dijo Sunthas mientras tensaba los músculos, la vieja madera de la chimenea se quejo con un crujir continuo.
- Lo sé mi señor, dijo Merien, pero ¿cree que debe enfrentarse a ella públicamente?, mientras en su rostro se dibujaba la preocupación.
-Mi señor Sunthas, Merien tiene razón, debe tener cuidado, ya casi la totalidad el templo nos repudia, nos aceptan por quien fue su mentor, pero ya hace tiempo que no nos llaman para las asambleas. Ella es aun la Suma Sacerdotisa, y queramos o no, es poderosa, aunque este equivocada y nuestra Señora este de nuestro lado, es aún muy peligrosa, y posee aliados políticos que quizás….Nylia se detuvo, vio como Sunthas se giraba, y aunque esperaba ver en su rostro ira, lo que vio fue muy diferente.

Sunthas se giro, en su rostro se reflejaba la preocupación, el dolor, la angustia….el sufrimiento, los reflejos del hogar se reflejaban en el, acentuando aun mas sus facciones, se diría que era la pena en vida, se relajo y sus hombros se cayeron, quizás todo el peso que soportaba le estaba pasando factura.

Comprendí en ese momento que ese hombre no era un rico más de la ciudad blanca, no era un caballero de reluciente armadura que se dedicaba a defender a muchachos y a rescatar doncellas. Sus ropajes estaban sucios, su armadura estaba opaca, y su rostro y cabello bien podían pasar en ese momento por un mendigo. Era un hombre que estaba sufriendo, que se enfrentaba a todo lo que conocía, a sus superiores, que se daba cuenta que la política no daría de comer a todos los que cada día se reunían en las puertas de la ciudad pidiendo limosna. Era un hombre que debía decidir, y que esa decisión le marcaria la vida a partir de ese momento, lo que escuche a continuación cambio mi idea de ese hombre.

- Lo sé, sabéis que no soy hombre de política, desde que me recogió el templo, fui instruido y enseñado para obedecer los designios de mis superiores, pero algo me dice que no son los mismos que los deseos de nuestra Señora. Le debo agradecimiento tanto a la Suma Sacerdotisa, como al templo como a mi mentor, por haberme acogido, no es fácil criar a un niño ciego.- En ese momento deje de respirar…que es lo que acababa de escuchar, ese hombre era ciego?. Pero ¿como…? No es posible….- Pero es por eso por lo que debo actuar, continuo Sunthas, ella ha dejado de escuchar los designios de Varda, lo sé, y estoy seguro que si mi mentor estuviera vivo me daría la razón. Incluso hubiese actuado antes que yo.
La corrupción y el poder se han apoderado de la Orden, las injurias y los favores políticos ocupan ahora el orden del día, de la que antaño fue una Orden temida por el enemigo. Sabéis como yo que la orden se acaba, somos los últimos, incluso el campeón de Varda abandono la orden hace mucho.
No puedo esperar más, no puedo permitirme el lujo de enfrentarme a ella en las asambleas, cada día hay gente que muere, niños que enferman, las provisiones se van acabando. Debo enfrentarme a ella cara a cara, y que sea Varda quien decida, daré mi vida con gusto por defender a estas gentes, mi mentor no hubiese permitido otra cosa.
Nylia , Merien...- su rostro cambio, el dolor y el sufrimiento dieron paso a una terrible determinación, algo pareció que brillo en sus blancos ojos, y recobrando toda su fuerza y presencia…- os libero del deber de acompañarme , os retiro el titulo de porta escudos, y os nombro templarias, lo mereceis mas que muchos miembros del templo que se hacen llamar asi..

Durante unos segundos solo se oía el crepitar de los leños, y fue Nylia la que hablo primero, sonriendo.

- Usare por un momento el titulo para dirigirme a ti, Sunthas, mi honor, mi vida, todo lo que soy te lo debo a ti, y por derecho no acepto el titulo que me ofrecéis, mi señor, cambio de forma de dirigirse al caballero Sunthas y levantándose, cogió el enorme escudo y miro al hombre que tenía delante.- Mi señor, mi vida y mi fe, por Ella y por vos, y por último se arrodillo.
- Mi señor, desde pequeñas creísteis en nosotras, aguantasteis al burlas de los demás miembros del templo, que templario ciego adoptaría a dos mujeres como porta escudos, visteis en nosotras más que ningún otro, y fuiste no solo nuestro pilar, sino nuestro referente, no concibo una vida sin vos.- y cogiendo también su enrome escudo, se arrodillo al lado de Nylia.- Declino su titulo de templario, ser porta escudo suya es mi honor, permitidnos que mañana , una vez más, nuestras sangres se mezclen y que si así lo desea nuestra Señora, muera por vos. Mi Señor Sunthas, mi vida y mi fe, por ella y por vos.
Algo se reflejo en el rostro de Sunthas, una lagrima cayo por la mejilla de aquel hombre, pero lo que vi en sus ojos… miro hacia abajo y dijo.
- No habrá mayor honor que luchar con vosotras, sois dignas de Ella, y el templo temblara mañana, creedme.
Algo recorrió mi cuerpo, el sentimiento no puedo describirlo, con esa sensación abandoné ese lugar y me dirigí a mi cuarto, perdí el apetito, y algo que aun me acompaña ocupo su lugar.


Este es el comienzo de mi historia, de mis primeros días, y de cómo conocí a Irkjal, él cuando considere oportuno, pues es parco en palabras, contara la suya. Y de cómo la adversidad, la necesidad y la esperanza nos hizo participar en la caravana, y empezar una nueva vida.
Mi nombre es Zarik, hijo de Gondor.

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